Una vez, tuve una cena informal de negocios en Múnich con tres alemanes, dos hombres y una mujer, todos más o menos de mi edad. Ese día nos habíamos conocido por primera vez durante un evento. A la hora de la cena llevábamos una conversación agradable y amena hasta el momento en el que nuestra cena fue servida. Cuando los platos llegaron a la mesa, silencio absoluto se extendió. Me sentí incómoda en este silencio así que le pregunté al señor a mi lado algo acerca de sus planes empresariales. Sin decir nada señaló a su carne y comprendí inmediatamente.
¿Tu hubieras entendido lo que “me dijo”? ¿Cómo hubieras reaccionado?
¡Sigue leyendo y descubre lo qué pasó!
Dije “¡No te preocupes, me puedes contar tan pronto como hayas acabado!”. Los alemanes estaban disfrutando la comida, pero en silencio absoluto. Cuando el señor a mi lado terminó con su carne, empezó a contarme inmediatamente sus planes empresariales. Evidentemente disfrutaba de contarnos su historia y los otros alemanes participaban con mucho gusto, prestando atención y haciendo comentarios.
¡Esta noche realicé que cuando se trata de llevar una conversación mientras se cena soy 100% mexicana!
Hablar y comer son dos actividades que me gustan mucho y según mi opinión: Las dos están hechas la una para la otra.
22
Feb
2011
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Estoy completamente de acuerdo contigo, yo también he participado en cenas netamente Alemanas y a la hora de comer se dedican a lo que “van’, cuando mucho comentan algo sobre el platillo. Comen rápido porque a eso fueron, y ya después siguen platicando y puede que a veces sigan haciéndolo mientras disfrutan su postre.
Una cena mexicana esta llena de comentarios, platicas y risas…tan colorido como su comida. Un saludo