Pequeños mariachis en forma de esqueletos, calaveras llamativas y de diferentes colores, tequila, salsa casera, tortillas, mole, la Virgen de Guadalupe y una imagen de mi abuelo decoraron mi pasillo en la primera semana de noviembre.
La manera mexicana de celebrar el “Día de los Muertos” es única y una mezcla fascinante de alegría de vivir, del humor, de la muerte y del respeto por los difuntos.
Esta tradición es el resultado de casi quinientos años de interacción cultural, de rituales aztecas y mayas mezclados con fiestas católicas.
Lo más importante de esta tradición es que las almas de los difuntos visitan a sus seres queridos y pasan un día de alegría y risas con ellos los días primero y segundo de noviembre.
Mi abuelo mexicano falleció en diciembre del 2009 así que este año era el momento perfecto para empezar con mi propia tradición del “Día de los Muertos”.
Lo que puedo decir es que es una manera muy agradable de recordar al fallecido. Mi abuelo era muy importante para mí así que primero tenía miedo de que me fuera a poner muy triste, pero fue todo lo contrario. Mi marido, mi hermano, su novia y yo nos la pasamos muy a gusto en mi casa.
Quitamos todo lo que estaba en la cómoda del pasillo, la cubrimos con un mantel mexicano colorido y empezamos a acomodar todos los objetos que descubrí en mi último viaje a México. ¡Imagínate a pequeños mariachis en forma de esqueletos, calaveras de colores, un pequeño perrito en forma de esqueleto y “Anton”, mi favorito! Anton es un esqueleto que compré una vez en los EE.UU. para Halloween. El nombre “Anton” no tiene un significado especial y espero que todos los “Antons” que lean este blog puedan perdonarme. Bueno, este año transformamos a “Anton” en “María”, haciéndole un vestido de paliacates, poniéndole aretes e incluso una trenza postiza. También espero que todas las “Marías” que lean este blog me perdonen.
Se pueden imaginar que nos reímos muchísimo mientras arreglábamos los diferentes objetos de muchos colores y que pueden llegar a dar miedo.
Más tarde encendimos dos veladoras, una para mi abuelo y la otra para todas las almas olvidadas y pedimos por ellos. Luego cenamos platillos mexicanos tradicionales como es el mole junto con mi abuelo.
Fue una experiencia estupenda que mantendré como tradición anual.